
El Cardtalk no puede ser más simple. Consiste en un trozo de cartón, más o menos prolijamente cortado y plegado, con algunos agregados indispensables para cumplir su (supuesta) función: convertirse en un reproductor de discos de vinilo minimalista y ecológico.
Los “accesorios” incluyen un trozo de plástico que hace las veces de eje para que nuestro disco se mantenga más o menos en el mismo sitio a medida que lo hacemos girar, y un trozo de metal terminado en una púa, con un aspecto más que rudimentario, que se encargará de “leer” nuestro
disco de vinilo.

La idea consiste en, una vez desplegado y armado el “reproductor”, hacer girar con los dedos (o con la ayuda de un lápiz) el disco, mientras que el clavo (perdón, la “
cápsula fonocaptora”) recoge las vibraciones del surco del disco y las transmite a la pieza de cartón que hace las veces de altavoz.
El sistema, aseguran los fabricantes, funciona con aquellos discos

que contienen mensajes hablados, y no con los que tienen música. Suponemos que esto debe relacionarse con las frecuencias (bajas) de la voz, que son más fáciles de “reproducir” para un trozo de cartón.
Una vez montado el dispositivo, debemos hacer un agujero en la etiqueta del disco, en el que insertaremos la punta de un lápiz. Moviendo el lápiz en círculos haremos girar el vinilo. Si no estamos lo suficientemente locos como para agujerar un disco que forma parte de nuestra colección desde hace décadas, podemos intentar impulsarlo con los dedos.
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