Pero Microsoft parece haber comprendido esto, y anunció que su versión 11 de DirectX incorporará una nueva tecnología de computación de shaders, permitiendo a un chip de vídeo realizar otras operaciones paralelas, además del clásico procesamiento 3D. Con la optimización suficiente, los desarrolladores podrán en teoría usar a la tarjeta de vídeo como si fuera un procesador más, aumentando el rendimiento en sus aplicaciones. Y remarcamos optimización suficiente, debido a que existen muy pocas aplicaciones que pueden hacer uso de esta mejora tecnológica. El tiempo dirá si esta función se vuelve algo crítico e indispensable, o si se la llevará el viento.
Ante este posible entorno, la escalabilidad de DirectX 11 será vital para las aplicaciones que vendrán en el futuro cercano. Los desarrolladores todavía están luchando con la creación de aplicaciones que rindan al máximo usando múltiples núcleos, y a medida que se vuelven mejores en ello, necesitarán una herramienta que esté a la altura de sus capacidades. DirectX 11 lo sería, en teoría al menos.
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